Elena G.
Sevillano y Manuel Altozano explican en su artículo de "El País" que
el Estado podrá multar a los padres que no impidan las borracheras graves de
sus hijos:
"Es sólo una propuesta y ni siquiera
está redactada en un proyecto o borrador de texto legal. El delegado del
Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (PND), Francisco Babín, propuso
ayer que los padres puedan ser multados en caso de que sus hijos menores acudan
reiteradamente a urgencias con una intoxicación o coma etílico. El objetivo no
es penalizar la conducta de los adolescentes, sino la falta de
diligencia en el cuidado o la tutela que los padres demuestran al permitir que
se repitan esos atracones. “Tolerar o favorecer por inacción el consumo
excesivo y reiterado de alcohol es una forma de maltrato hacia el menor, porque
afecta a sus capacidades futuras”, asegura Babín. “No olvidemos que el alcohol
mata neuronas”, añade el delegado del PND, dependiente del Ministerio de
Sanidad.
El ministerio estudia incluir ese tipo de
sanciones —de las que, por el momento, se desconoce la cuantía— en el
anteproyecto de ley para la prevención del consumo de bebidas alcohólicas en
menores de edad que ya anunció la ministra Ana Mato el pasado 13 de abril en el
Senado.
Existen básicamente dos perfiles de
pacientes que llegan a urgencias con una intoxicación etílica, los alcohólicos
y los adolescentes que proceden de fiestas o lugares de ocio y es muy raro el
reincidente del segundo perfil."
En mi opinión,
es una reforma un tanto exagerada. Es cierto que hay que poner solución, pero
también es conveniente barajar otras alternativas. No creo que este problema se
solucione a base de multas ni que se reduzca la incidencia y la reincidencia en
las intoxicaciones etílicas. Pienso que esto es parte de la hipocresía del
Estado y que uno de los fines que pretende conseguir, por no decir el más
importante, es recaudar dinero, no la protección del menor. También pienso que
los Servicios Sociales deben velar por los menores, controlando la educación
que reciban de sus padres, pero no metiéndose de pleno en ella.
Programas
sociales, más información, talleres o simplemente dejar de reformar el sistema
educativo serían varias de las alternativas para afrontar el problema de los
menores con el alcohol. Desde mi punto de vista, el problema hay que erradicarlo
de raíz, hay que preguntarse el por qué de esos comas etílicos y empezar a trabajar desde la base, no recurrir a multas que lo único que provocan es que
el adolescente evite acudir al hospital por miedo a la sanción.
Otro de los
obstáculos que trae esta reforma es la Ley de Autonomía del Paciente, que
establece la mayoría de edad sanitaria en los 16 años. No es necesario informar
a los padres o tutores del ingreso hospitalario de un menor de 16 a 18 años.
La ley, sin embargo, prevé una salvedad en caso de “actuación de grave riesgo”
para la persona. Es decir, la futura ley que regule la propuesta podría reformar
la autonomía del paciente en caso de que estuviera en conflicto con ella, y
mi pregunta es:¿a qué precio estamos dispuestos a reformar nuestra autonomía?.
Rocío Moreno
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