Autonomia de pensamiento
Según Kant la autonomía se
enfoca directamente al individuo y a su capacidad de elegir y ser guiado por
sus propios conceptos.
La Autonomía es la capacidad de
actuación de seguir tu propia ley, tu propia convicción, partiendo de dos
imperativos categóricos: "Procura actuar de tal manera que puedas querer
que la máxima (el ideal que guía tu acción) de tus acciones se convierta en ley
universal" y el segundo: "Procura tratar al otro primero como
un fin antes que como un medio".
En contraposición encontramos la
heteronomía que se refiere a la acción que está influenciada por una fuerza
exterior al individuo, considerando tal acción como "no moral" (ni
moral ni inmoral).
Es decir, el caso en que la
voluntad no está determinada por razón del sujeto, sino por lo ajeno a ella (la
voluntad de otras personas, las cosas del mundo, la sensibilidad, la voluntad
divina, etc...).
La individualidad de la persona
radica en la autonomía de pensamiento, que en demasiadas ocasiones está marcada
por una influencia exterior.
En la sociedad actual los medios
de comunicación intervienen de manera directa en la autonomía, marcando a
menudo la corriente de pensamiento del individuo, privándole así de libertad.
Los formadores de opinión
impiden el libre pensamiento “auténtico” por lo que cualquier pensamiento
que esté basado en la ignorancia, no es un pensamiento libre, como
tampoco lo es y nunca lo será aquel que se alquila para pensar y luego
decir lo que conviene al que paga, aunque lo enmascare con un lenguaje bien
estructurado (medios de masas).
A término la autonomía de
pensamiento depende del individuo y de que este sea capaz de prestar atención
y discernir sobre aquello que es verdad y que es mentira.
MARIA NIETO LOPEZ
MARIA NIETO LOPEZ
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