jueves, 18 de abril de 2013


Autonomia de pensamiento




Según Kant la autonomía se enfoca directamente al individuo y a su capacidad de elegir y ser guiado por sus propios conceptos.

La Autonomía es la capacidad de actuación de seguir tu propia ley, tu propia convicción, partiendo de dos imperativos categóricos: "Procura actuar de tal manera que puedas querer que la máxima (el ideal que guía tu acción) de tus acciones se convierta en ley universal"  y el segundo: "Procura tratar al otro primero como un fin antes que como un medio".

En contraposición encontramos la heteronomía que se refiere a la acción que está influenciada por una fuerza exterior al individuo, considerando tal acción como "no moral" (ni moral ni inmoral). 

Es decir, el caso en que la voluntad no está determinada por razón del sujeto, sino por lo ajeno a ella (la voluntad de otras personas, las cosas del mundo, la sensibilidad, la voluntad divina, etc...). 

La individualidad de la persona radica en la autonomía de pensamiento, que en demasiadas ocasiones está marcada por una influencia exterior. 

En la sociedad actual los medios de comunicación intervienen de manera directa en la autonomía, marcando a menudo la corriente de pensamiento del individuo, privándole así de libertad.

Los formadores de opinión  impiden el libre pensamiento “auténtico”  por lo que cualquier pensamiento que esté basado en la ignorancia, no es un pensamiento libre, como tampoco lo es y nunca lo será  aquel que se alquila para pensar y luego decir lo que conviene al que paga, aunque lo enmascare con un lenguaje bien estructurado (medios de masas).

A término la autonomía de pensamiento depende del individuo y de que este sea capaz de  prestar atención y discernir sobre aquello que es verdad y que es mentira.

MARIA NIETO LOPEZ 

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